Wolton, Dominique
Salvemos la comunicación
Gedisa,2006. 208 p. 978-84-9784-120-7, Cód. 117, 15.5 x 22.5 cm. $450

Aldea global y cultura. Una defensa de los ideales democráticos y la cohabitación mundial.

Colección: Libertad y Cambio.

¿Salvemos la comunicación? En este nuevo trabajo, Dominique Wolton plantea el riesgo que sufre, en la actualidad, la Comunicación de ser vaciada de contenido, manipulada y reducida a comercio por culpa de una "la filosofía tecnológica y económica" que domina las reflexiones sobre el tema. No es suficiente que los mensajes e informaciones circulen con rapidez en un mundo globalizado; es urgente que la comunicación siga siendo un factor de libertad y de progreso, y que recupere su función primordial para el enriquecimiento de la vida democrática en el seno de las sociedades.

Para el investigador francés, la aldea global es una realidad técnica a la espera de un proyecto político humanista que garantice el respeto de la diversidad. Es necesaria la puesta en marcha de un proyecto político que reformule los conceptos, pues de lo contrario la información y la comunicación pueden llegar a convertirse en condicionantes de conflictos y en el germen de una guerra de civilizaciones.

Comunicar no significa intercambiar información entre personas que no comparten los mismos valores e intereses, sino que, sobre todo, ha de implicar la aceptación del otro para establecer relaciones sociales que contribuyan al mejor desarrollo de la vida de los seres humanos. Sin embargo, durante los últimos años, el avance técnico y el incremento de las nuevas tecnologías, si bien redujeron las fronteras y acortaron las distancias físicas, también pusieron en peligro la comunicación, entendida como un componente esencial de las relaciones sociales y políticas

Si se pretende salir de una filosofía meramente "tecnicista" de la comunicación, afirma Wolton, esta será una cuestión que corresponderá a la política, y más precisamente, de la democracia. Oponer los medios de comunicación antiguos y modernos es una problemática del pasado que debe analizarse en conjunto. En ese sentido, salvar la comunicación es aceptar los riesgos de la incomunicación y defender los ideales de la democracia para evitar la pérdida de las identidades y de la cultura.




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