La llamada "teoría de los actos de habla" (Austin, Strwson, Ducrot, Searle y otros) es una de las principales corrientes de la pragmática contemporánea. El autor pone radicalmente en cuestión la validez de esta teoría en un brillante análisis polémico.

Intenta mostrar que el concepto de "acto ilocutorio", que desde Austin reina sobre la semántica contemporánea, debe abandonarse en beneficio de otras nociones menos onerosas, aptas para combinar los signos lingüísticos con otros objetos portadores de sentido (Concepción gestual de la enunciación, metalenguaje, semiología global de la comunicación.)

Como el problema de lo ilocutorio es esencialmente el de las relaciones entre decir y hacer, conviene en primer lugar preguntarse qué es hacer. Curiosamente, los diversos autores que sostienen el concepto de ilocutorio no hacen precisiones sobre este punto, de manera que la noción de acto funciona para ellos como una especie de término primitivo, desprovisto de definición.

Esta ausencia de definición explica que la existencia de los "actos de lenguaje" nunca sea objeto de una demostración: en efecto, ¿cómo responder de manera convincente a la pregunta "hay actos de lenguaje" si no se ha determinaod antes lo que es un acto?

Un acto es por naturaleza productor de resultado y, reemplazarlo por una enunciación verbal, es generalmene renunciar a los medios gestuales que provocan dicho resultado y perder así la posibilidad de obtenerlo directamente.

La sustitución de un hacer por el decir entonces no será practicable si no existe, además, alguna garantía de que la enunciación Ersatz será también seguida de un efecto.

Esta garantía no se encuentra en la lengua, sino en las instituciones.